sábado, 24 de febrero de 2007

¿Desarrollan los animales el lenguaje como los seres humanos?

Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto Pedagógico de Caracas
Especialidad: Educación Integral
Curso: Adquisición y Desarrollo del Lenguaje
Profesora: Angélica Silva
Período Académico: 2006- II

Alumna: María Isabel Mejía
Sección 002

Texto de opinión


Toda sociedad, bien sea animal o humana, necesita la integración de todos sus miembros, para poder funcionar adecuadamente. Tal funcionamiento se obtiene gracias a un proceso conocido como la comunicación. Los humanos necesitamos intercambiar información ideas, emociones y sentimientos, transmitiéndolos con una infinidad de mensajes creativos. La mayor parte de lo que sabemos nos ha sido transmitido mediante palabras, la cultura y los conocimientos acumulados a lo largo de la historia, pero ¿podrán los animales desarrollar un lenguaje como nosotros? A continuación ofreceré algunos argumentos para considerar la imposibilidad que tienen los animales en desarrollar un lenguaje.

En primer lugar, los animales no poseen un lenguaje, sino un sistema de comunicación. Para que este último pueda considerarse un lenguaje es necesario que comprenda un conjunto de signos que simbolicen la realidad. Sin embargo, a pesar de que los animales se comunican, no desarrollan un lenguaje porque no tienen un aparato fonador como el de los humanos. Los estilos de comunicación animal varían, como por ejemplo: la comunicación táctil, química, sonora y visual. Las abejas poseen un sistema de comunicación de tipo táctil y sonoro, pero los más numerosos son los de tipo químico. Gran parte de esta comunicación química se produce cuando las abejas intercambian comida (néctar) de boca en boca. Por su parte, el lenguaje humano supone el uso de señales complejas que con mínimos elementos se logra una comunicación eficaz. Por ejemplo, cuando las personas están alegres o tristes pueden expresar tal emoción por medio de la comunicación verbal, no verbal o con la combinación de ambas.

En segundo lugar, nos encontramos con la comunicación sonora la cual podríamos ilustrar con los pájaros. Ellos utilizan diferentes cantos para cortejar, aparearse, demostrar hambre, transportar alimentos, marcar territorio, avisar de un peligro. No obstante, todos estos tipos de comunicación usan las mismas señales una y otra vez en los intercambios de información sin variar nunca la estructura en el sistema. En contraste a ello, para los humanos no existe una condición biológica indispensable como el hambre para iniciar una actividad lingüística. Las personas no nos comunicamos con el objetivo principal de satisfacer nuestras necesidades. De igual modo, los seres humanos somos capaces de crear y variar nuestras señales complejas usando muy pocos elementos.

En tercer lugar, el cerebro de un animal tiene una corteza cerebral, pero en una proporción muy inferior a la humana. Según el Instituto de Psicología de Marieb, “La corteza prefrontal desempeña un papel muy importante en la elaboración del pensamiento, la inteligencia, la motivación y la personalidad” (p 20). Los animales no formulan preguntas, únicamente el ser humano se las plantea. Incluso los niños pequeños formulan una avalancha de preguntas en su deseo de entender al mundo, porque el hombre esta dotado de imaginación. El Instituto antes mencionado también asegura que el ser humano “relaciona las experiencias necesarias para la formación de ideas, el juicio, la perseverancia, la planificación, el interés por los demás y la conciencia” (p 20). Los procesos neuronales que tienen lugar en esta zona distinguen al ser humano de los animales. Vemos prueba de esta distinción en lo que el hombre ha conseguido en disciplina como: las matemáticas, la filosofía, y el derecho en las que intervienen precisamente la corteza prefrontal.

En cuarto lugar, cuando los animales, sea un perro, gato o pájaro se miran al espejo, reaccionan como si estuviesen viendo un animal semejante; en cambio cuando el hombre se mira al espejo es conciente de sí mismo, de su identidad personal y de la importancia de la belleza. La belleza nos hace sentir humanos. Un animal puede sentarse en una colina y mirar una apuesta de sol; sin embargo, esa belleza no lo atrae. Por el contrario, a nosotros los humanos si nos conmueve la belleza de una puesta del sol.

En conclusión, estoy convencida de que los animales no tienen facultad de desarrollar el lenguaje por múltiples razones: la especie animal tiene deficiencias en el aparato fonador y carece de carácter creativo en la utilización de sus señales. En cambio, los humanos poseen los órganos necesarios para tener un habla fluida y para poder comunicarse con signo y señales complejas. Un sencillo hola puede comunicar una gran cantidad de significados. El tono de la voz refleja si estamos alegres, enojados, aburridos, disgustados, apurados, tristes o atemorizados incluso puede revelar diferentes grados de tales ánimos emocionales. Además, el hombre no exige para comunicarse una satisfacción biológica, pero los animales se comunican principalmente sobre la base de satisfacer las necesidades presentes. Asimismo, el ser humano posee una corteza prefrontal grande y flexible que contribuye a desarrollar funciones mentales mas elevadas que cualquier animal. Dicha corteza le permite al hombre pensar, recordar, e imaginar. También los animales son incapaces de formularse preguntas, por el contrario, los humanos desde muy temprana edad expresan interrogantes para comprender su entorno. En lo que respecta a la belleza, a los humanos, nos cautiva el reflejo de los rayos del sol en un río cristalino y observar las estrellas en una noche de cielo despejado. Por el contrario, a los animales estas maravillas de la naturaleza no les fascinan en lo absoluto. Todas estas características muestran claramente que el ser humano, a diferencia de los animales, es un ser muy superior, creado especialmente para desarrollar un lenguaje completo que le permita interrelacionarse con sus semejantes lo que resulta en un adecuado desenvolvimiento de esté dentro de la sociedad.